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El oído
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¿Cuál es el orden correcto?
Aquí tenemos a Ludwig van Beethoven, uno de los mejores compositores de todos los tiempos. La música... es suya. Pero, ¿por qué tiene ese aspecto tan triste? Tal vez porque a él le sonaba así...
Sí. Beethoven desarrolló una grave incapacidad auditiva. Hacia el final de su vida ya no era capaz de oír la música que había creado. Estaba sordo. No se trata de algo que se vea, desde luego.
Las orejas se ven bien. Pero el oído, y la oreja, son mucho más que lo que vemos unido a la cabeza. Acompáñame a lo largo del camino que sigue el sonido a través del oído, para entender cómo funciona. La parte del oído que se ve es el pabellón auricular. Hay una razón para que se parezca a un embudo.
Esta forma ayuda a enfocar las ondas sonoras, por ejemplo, la música, procedentes de distintas direcciones. El sonido es canalizado y atraviesa el canal auditivo. El pabellón auricular y el canal auditivo forman el llamado oído externo. Al final del canal auditivo, las ondas sonoras chocan contra una membrana y producen vibraciones. Esta membrana, el "tímpano", es la frontera entre el oído externo y el oído medio.
Aquí hay tres huesos diminutos, en contacto con el tímpano. Son los huesos más pequeños que tenemos en el cuerpo. Al vibrar con el tímpano, amplifican las ondas sonoras. Se les llama malleus, o: "martillo". incus o "yunque", y "estribo".
El estribo, es el que está más metido en el interior, transmite las ondas sonoras más hacia dentro... al oído interno. Aquí, un pequeño órgano en forma de espiral, lleno con un líquido viscoso, vibra en respuesta a la señal. Cuando una onda sonora pasa del aire a un líquido, el sonido se apaga. Puede que te hayas dado cuenta al bucear.
Por esa razón hay que amplificar las ondas sonoras antes de que lleguen al oído interno. A la espiral la llamamos cóclea. Hasta aquí, el sonido que ha viajado a través del oído consistía en vibraciones en el aire y en los órganos del oído. Pero el cerebro no percibe vibraciones. Para que estas señales sean enviadas al cerebro, hay que transformarlas en señales eléctricas.
Esta transformación tiene lugar en la cóclea. Aquí, las células ciliadas detectan las vibraciones en el líquido, y las convierten en diminutas señales eléctricas: las señales neuronales. El nervio auditivo las transmite al cerebro. Y es ahora cuando percibimos el sonido. El cerebro interpreta inmediatamente las señales.
Reconocemos voces y los sonidos del lenguaje... ...oímos tonos... ...o puede que nos moleste un ruido. Así es cómo funciona el proceso de oír. Se enfoca el sonido y atraviesa un túnel a través del oído externo... ...se amplifica en el oído medio, ...y en el oído interno se convierte en señales neuronales que el cerebro recibe e interpreta. Pero a veces, como en el caso de Beethoven, pueden surgir problemas que provocan trastornos auditivos. Los sonidos fuertes pueden dañar las células ciliadas o perforar el tímpano.
Por ello, mucha gente hoy en día usa audífonos. Existen distintos tipos. Algunos aparatos amplifican el sonido para que el sistema auditivo los detecte mejor. Otros son "implantes cocleares" artificiales, capaces de sentir el sonido y convertirlo directamente en señales neuronales que llegan al cerebro. Esta tecnología avanzada ha ayudado a muchas personas -tanto mayores como jóvenes- y ha mejorado sus vidas.
Pero, ¿qué pasa con Beethoven? Se cree que su discapacidad auditiva se encontraba en el oído interno. Si hubiese vivido hoy, seguro que le podrían haber hecho un implante coclear. Tal vez pudiera oír su propia música. Y puede que entonces no tuviera ese aspecto de gruñón.