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La vista
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¿Qué ocurre cuando la luz choca contra la córnea?
Tus ojos son las ventanas hacia el mundo que te rodea. Tus ojos te muestran qué o quién está a tu alrededor, y qué está pasando. Todo empieza con la luz. Para poder ver los objetos delante de ti, tienen que estar iluminados- por el sol o cualquier otra fuente de luz. Los rayos de luz se reflejan en la superficie de los objetos y llegan hasta tus ojos.
Pero, ¿qué hay en tus ojos que permite que percibas la luz e interpretes las señales? ¿Cómo funciona la vista? ¿Qué sucede cuando León ve esa flor? La superficie frontal del ojo es una membrana nítida y transparente, que protege el ojo contra el polvillo y el contacto. Si algo toca la superficie ocular, la membrana dispara un reflejo que hace que el ojo se cierre en el acto. También suelta lágrimas que lo lavan de polvillo y partículas. A esta parte del ojo se la llama córnea.
Este es el aspecto que tiene un ojo si lo seccionamos transversalmente. Como puedes ver, la forma es casi esférica, y por eso a veces se le llama globo ocular. ¿Qué ocurre cuando la luz llega hasta la córnea? Veamos. Es refractada y dirigida hacia... una pequeña apertura.
Esa apertura varía de tamaño dependiendo de cuánta luz le llega. Si la luz es fuerte, la apertura se contrae. Si la luz es débil, la apertura se expande para permitir que entre más luz. Esta apertura se llama pupila. Alrededor de la pupila hay una membrana con un músculo que controla el tamaño de la apertura.
Esa membrana se llama iris. El iris es el tejido que le da el color a tus ojos. Cuando la luz ha atravesado la apertura- la pupila-, llega hasta la lente del ojo, situada justo detrás del iris. La lente funciona igual que una lupa. Refracta la luz y la focaliza.
Un músculo alrededor de la lente cambia su forma. Si la flor que estamos viendo está lejos, entonces la lente necesita una forma diferente que si está cerca. Si la visión es borrosa, puede ser porque a veces el músculo alrededor de la lente no es capaz de ajustar correctamente la forma de la lente. En ese caso se necesita la ayuda de un par de gafas, que refractan la luz y compensan la incapacidad del músculo. De modo que, la córnea refracta la luz, y la lente también.
La va irradiando hacia el interior, hasta que llega a una membrana en la parte trasera del ojo. Se trata de la retina. Se proyecta la imagen de la flor en la retina. Debido a la forma de la lente, la imagen está al revés. La retina contiene millones de células fotosensibles.
Existen dos tipos. Algunas responden ante el brillo de la luz, y se llaman bastones. Las otras reconocen los colores y se llaman conos. Los conos necesitan más luz que los bastones para reaccionar. Si la luz es suave o tenue, nos resulta más difícil ver los colores, pero gracias a los bastones podemos seguir viendo algo.
Los bastones y los conos convierten la imagen en la retina en diminutas señales eléctricas. El sistema nervioso transmite esas señales al cerebro, que las recibe e interpreta. La imagen en la retina estaba al revés, ¿te acuerdas? El cerebro ajusta la imagen, y la percibimos en el sentido correcto. Así que, la luz nunca llega hasta el cerebro.
Pasa de luz a señales nerviosas. Ahora ya sabes qué pasa en tus ojos cuando ves una flor. Pero, ¿no bastaría con un solo ojo? ¿Por qué tenemos dos? Sí, con un solo ojo podemos ver la flor, pero al tener dos ojos, uno al lado del otro, podemos calcular distancias. Por esa razón, moverse por el mundo -o conducir, por ejemplo- resulta más difícil si no nos funcionan bien los dos ojos.
Cierra un momento los ojos, y luego abre sólo uno. Tú cálculo de distancias no funcionará tan bien como con los dos ojos. Haz la prueba.