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Drogas
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¿Verdadero o falso? Hay mucha gente que se quiere hacer drogodependiente.
Todos los días de camino al colegio, Michael pasa por el centro de la ciudad. Allí se reúnen los alcohólicos y drogadictos. Michael cree que sus vidas deben de ser una pesadilla. Se pregunta: ¿Por qué se droga la gente, si está clarísimo que les perjudica? Una persona que toma sustancias ilegales, o abusa de los fármacos durante mucho tiempo, suele acabar desarrollando una adicción.
Ser adicto significa que uno anhela enormemente esa droga, y pasa gran parte de su tiempo pensando en la droga o en cómo conseguirla. Si la adicción es fuerte, uno sería capaz de hacer cualquier cosa para conseguir la droga, aun sabiendo que le daña la salud y la vida. Con el tiempo, darle tal prioridad a la droga suele llevar a conflictos, a la pérdida de amigos, de trabajo y de la familia, y a acabar arruinado económicamente. De modo que casi nadie quiere caer en la drogadicción. Y aun así, muchas personas lo hacen.
Porque las drogas pueden proporcionar una experiencia placentera, de alivio y goce. Al menos al principio. Eso tiene que ver con el sistema de recompensas del cuerpo. La sensación de placer nace en el sistema de recompensas, cuando hacemos cosas con las que disfrutamos, y que son buenas para nosotros: como comer, dormir, hacer deporte, estar con nuestros amigos, o practicar sexo. Cuando hacemos cosas que son buenas para nosotros, estimulamos el sistema de recompensas, y el cuerpo emite neurotransmisores y hormonas, que nos hacen felices, o estar alerta o relajados.
Un ejemplo de una sustancia de este tipo es la endorfina. Esta hormona alivia el dolor y nos hace sentir felices y relajados. Cuando hacemos deporte o nos enamoramos, el cuerpo libera dosis especialmente grandes de endorfina. El problema con el sistema de recompensas es que se le puede engañar con mucha facilidad. Y eso es lo que sucede cuando alguien se droga.
Funciona de la siguiente manera: La heroína contiene una sustancia parecida a las endorfinas del propio cuerpo. Secuestra el sistema de recompensas del cerebro, proporcionándole una fuerte sensación de placer. Normalmente, el cerebro controla la cantidad de endorfinas que produce -regula el nivel- para mantenerlo estable. De ahí que ese subidón de felicidad y placer que experimentas cuando te has enamorado, no dure mucho. La regulación corporal de la cantidad de endorfinas es importante para evitar que nuestro humor suba y baje constantemente.
Pero si una persona se droga, este equilibrio se pierde, y el cuerpo deja de producir sus propias endorfinas. Cuando más tarde las drogas abandonan el cuerpo (y esto sucede rápidamente) el cuerpo ya no tiene endorfinas propias en las que poder confiar. ¡Y es entonces cuando la persona se siente realmente mal! Para evitar sentirse tan mal, puede resultar tentador tomar más drogas. Puede que ayude durante un rato, pero también hace que la capacidad del propio cuerpo de mantener los niveles de endorfinas estables empeore. Además, esta vez la droga ya no proporciona la misma sensación de placer.
En su lugar, el cuerpo necesita cada vez más droga para obtener el mismo efecto. El cuerpo se ha acostumbrado a la droga; ha aumentado la tolerancia a ella. Y si se intenta dejar de tomar la droga, uno se siente a menudo muy, muy mal. Al hecho de sentirse mal por no tomar una droga se le llama tener el síndrome de abstinencia. Puede darse en forma de náuseas, dolores de cabeza, temblores, frío, estar nervioso, preocupado o inquieto, o incluso sentir pánico.
Los síntomas de abstinencia que aparecen dependen entre otras cosas del tipo de droga a la que se han acostumbrado tanto el cerebro como el cuerpo. En resumen, la drogadicción no es algo sencillo. Consta de muchas partes: La droga proporciona un alivio temporal de los sentimientos desagradables. El ansia por la droga nos quita mucho tiempo, y llega a dominar nuestra vida. Surgen conflictos con los amigos, la familia y el trabajo.
La tolerancia del cuerpo aumenta. Desengancharse de la droga provoca el síndrome de abstinencia.