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Enamorarse
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¿Verdadero o falso? Cuando nos enamoramos el nivel de serotonina disminuye de modo que todo parece estar patas arriba. En un instante estamos llenos de esperanza y al siguiente podemos estar tristes.
Lo primero en lo que piensa Michael es Lina. Está deseando verla. Tiene muchas cosas que quiere decirle. Pero, ¿qué sucede? Michael no puede pronunciar una palabra.
Su boca está completamente seca. Tiene las mejillas sonrojadas y las palmas sudorosas. Su corazón late cada vez más rápido. Se siente mareado. ¿Michael está enfermo? No, está enamorado.
Veamos qué está pasando dentro de Michael. No, no es el corazón lo que debemos examinar, sino el cerebro. Cuando sentimos, pensamos, experimentamos, o recordamos algo, es porque hay sustancias que transfieren señales de una célula nerviosa en el cerebro a otra. Estas sustancias son neurotransmisores. Cuando nos enamoramos, hay varios neurotransmisores involucrados y se afectan mutuamente.
Hacen muchas cosas diferentes, dependiendo de la situación. Pero cuando se trata del enamoramiento, esto es aproximadamente lo que sucede: la sustancia que estabiliza nuestro estado de ánimo es la serotonina. Cuando nos enamoramos el nivel de serotonina disminuye y todo parece estar un poco al revés. Durante un momento tenemos esperanza y en el próximo podemos estar tristes. La sustancia que nos hace sentir intoxicados o drogados se llama feniletilamina.
Y la que hace que nos sintamos despiertos y alerta - y que no necesitemos dormir tanto como de costumbre es la dopamina. Otras sustancias nos hacen sentir tensos o estresados: la adrenalina, el cortisol y la noradrenalina. Son estas sustancias estresantes las que contribuyen a que a Michael se le trabe la lengua, se le acelere el corazón, tenga calor y sude. Es muy poco práctico ¿no? Justo cuando queremos decir las cosas más interesantes y aparentar estar tranquilos, nuestros cuerpos reaccionan...
de la manera opuesta. Y suceden más cosas en el cerebro cuando nos enamoramos. Algunas partes del cerebro están casi cerradas o bloqueadas cuando miramos a la persona de la que estamos enamorados. Esta parte del cerebro es importante para entender lo que estamos sintiendo: la amígdala. La amígdala juega un papel importante en cada sentimiento, pero quizás especialmente en el miedo.
Cuando nos enamoramos la amígdala reacciona menos al miedo. Por eso nos sentimos más valientes y nos atrevemos a hacer locuras por nuestro amor. Aquí, a los lados del cerebro tenemos algunas partes que tienen que ver con los sentimientos negativos. Pero cuando estamos enamorados el cerebro “escucha” menos lo negativo. En cambio, lo experimentamos todo como mucho más positivo y hermoso de lo habitual.
Esta área del cerebro funciona críticamente. Aquí hay partes que son importantes para nuestro juicio. Cuando la actividad disminuye aquí, todo sobre aquellos a los que amamos nos parece fantástico, incluso aunque las mismas cosas nos hubieran hecho reaccionar negativamente si otra persona las hubiera dicho o hecho. Por eso a veces decimos que, "el amor es ciego." A Michael le gustaría dejar de tener la lengua trabada ahora, para que pueda conseguir que Lina se dé cuenta de lo increíble que es. Quiere que se abracen, se besen y tengan sexo...
Tener sexo con alguien, especialmente con alguien de quien estés enamorado, podría hacer que tu cuerpo se sienta intoxicado gracias a - entre otras cosas - la dopamina y la feniletilamina. Pero también activa otro neurotransmisor, la "hormona del abrazo" - la oxitocina. ¿Por qué la “hormona del abrazo”? Bueno, aumenta con el contacto con la piel. - como cuando se abraza. La oxitocina despierta sentimientos de seguridad, que son más tranquilos que los sentimientos que aparecen al enamorarse por primera vez. La oxitocina nos hace experimentar sentimientos de querer estar juntos.
Y de querer seguir estando juntos, incluso después de que haya desaparecido la primera embriaguez loca del enamoramiento. Michael quiere decirle a Lina cómo se siente. Pero cuando Michael mira a Lina, se olvida de lo que estaba a punto de decir. No pasa nada. Incluso si lo hubiera recordado, su lengua se le hubiera trabado y no habría sido capaz de decirlo.