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Las Montañas Rocosas
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¿Cuál/es de los siguientes motivos ha/n amenazado el entorno natural de las Montañas Rocosas desde el siglo XVI?
Las Montañas Rocosas forman una cadena casi continua a través de la parte occidental de América del Norte, que va desde Alaska, atraviesa Canadá y el tercio occidental de los Estados Unidos. Tienen más de 4 800 kilómetros de longitud. Las Montañas Rocosas tal como están hoy comenzaron a formarse hace unos 80 millones de años. Una de las placas que forman la corteza terrestre, la placa oceánica del Pacífico, comenzó a deslizarse por debajo de la placa norteamericana. Se deslizó hacia abajo en un ángulo poco profundo empujando gradualmente hacia arriba un ancho y largo cinturón de montañas a más de mil kilómetros desde donde las placas chocaron por primera vez.
Desde entonces, las Montañas Rocosas se han formado desde abajo por más movimiento de placas, así como desde arriba, por el viento y la lluvia. Grandes placas de hielo que se deslizan por la ladera de la montaña, glaciares, también han desgastado las montañas, creando sus dramáticos picos y valles. El pico más alto es Mount Elbert en Colorado a 4 400 metros. Los ecologistas dividen las Montañas Rocosas en tres zonas principales en función de qué tipo de especies pueden sobrevivir allí. En la zona montana, por debajo de los 2 700 metros, prospera una gran variedad de árboles, como el álamo temblón y el pino contorcido.
Esta es la zona más cálida. Tiene poca nieve, incluso en invierno. El venado bura deambula entre los árboles y las ratas almizcleras y los castores viven en los arroyos y lagos. Si cruzamos a la zona subalpina encontramos la picea de Engelmann y el abeto subalpino más resistentes. Aquí puede que veas una liebre raqueta o que escuches azores del norte en lo alto.
A medida que subimos más arriba en la zona subalpina, la temperatura desciende gradualmente y cae más nieve. El bosque disminuye y los árboles son más pequeños. Cuando los últimos árboles dan paso a un paisaje abierto a unos 3 500 metros, llegamos a la zona alpina. Solo flores silvestres robustas, como el flox alpino, puede sobrevivir a las bajas temperaturas y los fuertes vientos frecuentes aquí. Proporcionan pastos para la marmota de vientre amarillo y el borrego cimarrón.
Los humanos han vivido en las Montañas Rocosas quizás durante 12 000 años. Durante la mayor parte de este tiempo, eran el hogar de los Kootenai, los Shoshone, los Hopi y muchos otros pueblos indígenas. En 1540, el explorador español Francisco Coronado se dirige hacia la región con un grupo de soldados, misioneros y esclavos. Le siguen otros europeos. Traen consigo nuevas enfermedades, y destruyen los hábitats de los bisontes que los pueblos indígenas cazan.
Cada vez menos indígenas viven en las montañas. En el siglo XIX, llegan comerciantes de pieles y mineros de oro. Las nuevas líneas ferroviarias facilitan el acceso a las Montañas. Las tiendas y los campamentos se convierten en ranchos y granjas, los puestos comerciales se convierten en ciudades. Toda esta actividad humana amenaza el entorno natural de las Montañas Rocosas.
Los bosques talados para construir edificios dejan a los animales sin hábitat; los pesticidas de las granjas envenenan a las aves. A la gente le preocupa que las Montañas Rocosas pierdan su belleza natural. A principios de 1900, los gobiernos de Canadá y Estados Unidos reservan grandes áreas de las Montañas Rocosas como parques nacionales, donde la actividad humana está restringida. Incluyen a Jasper, Banff y Yoho en Canadá, y el vasto Parque Nacional de las Montañas Rocosas en los EE.UU. En muchos de estos parques se controlan las poblaciones de vida salvaje.
Se plantan árboles para reforestar grandes áreas. Organizaciones gubernamentales y privadas trabajan conjuntamente para comprar más tierra y preservarla para la conservación. Hoy, la belleza natural de las Montañas Rocosas y especialmente sus Parques Nacionales, atraen a millones de visitantes cada año que caminan, acampan, van en canoa o escalan montañas. Con esfuerzos sostenidos para proteger el entorno natural de las Montañas Rocosas, plantas, animales y humanos pueden continuar coexistiendo en estas antiguas laderas.