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Estar embarazada
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¿Verdadero o falso? Las personas embarazadas deben evitar el ejercicio.
Esther y su pareja Joseph tienen muchas ganas de tener un bebé. Lo llevan intentando desde hace algún tiempo. Esta mañana, al despertarse, a Esther le llega el olor a huevos revueltos: ¡Joseph le está preparando su plato favorito! Pero hoy el olor de los huevos le hace sentirse fatal. Va corriendo al baño porque le entran ganas de vomitar.
Como los días siguientes Esther se siente bien, cree que ha tenido que ser un virus estomacal. Pero vuelve otra vez a sentirse mal y esta vez le pasan más cosas: está más cansada de lo normal y le salen granos. Ya no le apetece su comida favorita, sino que se le antojan otros alimentos. Además, no le baja la regla cuando se supone que debería. De modo que Esther decide hacerse una prueba de embarazo. ¡Joseph, mira! ¡Vamos a ser padres!
Cada persona vive el embarazo de una manera distinta. A medida que el cuerpo va experimentando los importantes cambios, hay quien tiene muchos síntomas y hay quien no nota casi nada. Sigamos de cerca el embarazo de Esther. Primero vamos a rebobinar hasta el principio. Al igual que cada mes, el útero de Esther se prepara para la posible llegada de un óvulo fecundado.
El revestimiento del útero se engrosa y el suministro de sangre al útero aumenta. ¡Este mes, toda esa preparación no ha sido en vano! Cuando Esther y Joseph han practicado sexo sin protección, los espermatozoides de él han fecundado al óvulo de ella. Ese óvulo fecundado suele tardar de 6 a 12 días en llegar hasta el útero, donde se implanta en el revestimiento. A partir de ese momento se considera un embrión. El embarazo de Esther acaba de arrancar oficialmente y ya ha experimentado los primeros síntomas.
Eso se debe a que su cuerpo ahora rebosa hormonas, sobre todo estrógenos y progesterona. Esas hormonas hacen que mejore el flujo sanguíneo y transfieren nutrientes al útero. Transcurridos los tres primeros meses, es decir, el primer trimestre, Esther vuelve a sentirse como antes. Ya no tiene náuseas matutinas, e ¡incluso vuelven a gustarle los huevos revueltos! Hasta ahora el embrión se ha alimentado y ha sido protegido por un diminuto saco vitelino.
Y ahora que ya lleva unas 9 semanas de de gestación, pasa a denominarse feto. A partir de este momento el feto recibe sus nutrientes de un órgano completamente nuevo que se ha ido desarrollando en el útero a lo largo de las últimas 12 semanas: la placenta. La placenta le proporciona nutrientes y oxígeno al feto y se lleva el dióxido de carbono. Esther ya está de cinco meses. ¡Ya lleva más de la mitad del embarazo! Y ya se le nota la barriga.
También le están creciendo los pechos porque las glándulas mamarias se están preparando para empezar a producir leche. Al final del segundo trimestre Esther nota al bebé moviéndose. A Esther le cuesta concentrarse y recordar cosas, en gran parte por culpa de las hormonas. Esther cuida de su salud y de la del bebé haciendo algo de ejercicio suave y llevando una dieta equilibrada. Empieza a preparar la casa para la llegada del bebé.
Esther ha entrado en el último trimestre. El útero ha crecido tanto que ejerce presión contra otros órganos de Esther. Eso la hace sentirse incómoda. A veces se queda sin aliento y sufre de reflujo gástrico. También nota que le sale algo de los pechos.
Se trata del calostro, que será lo que alimentará a su bebé durante sus primeras horas y días de vida. Hacia el final del noveno mes de embarazo el cuello uterino de Esther se ablanda y se mueve ligeramente hacia delante para que el bebé pueda salir mejor. En la semana 41 del embarazo, Esther se pone de parto. Horas más tarde nace Jenny.