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¿Flota?
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Kim y Philip están haciendo sopa. Cortan las verduras y las meten en una olla con agua. ¡Mira, Kim! Las zanahorias y las patatas se hunden, pero las cebollas, el brócoli y los champiñones se quedan en la superficie. ¡A ver! Coge un trozo de zanahoria y otro de champiñón que sean del mismo tamaño. ¿Notas algo diferente? La zanahoria pesa más que el champiñón. ¿Es por eso que se hunde?
Bueno, no tiene que ver exactamente con lo que pesa, sino más bien con lo apretada que está empaquetada su masa en el espacio que ocupa: su densidad. Todo tiene una masa que ocupa un espacio determinado: tiene densidad. Cuanta más masa empaquetada hay en determinado espacio, mayor es su densidad. Menos masa en el mismo espacio significa menos densidad. Las hortalizas como la patata o la zanahoria se hunden porque su densidad es mayor que la del agua.
La cebolla, los champiñones y el brócoli tienen un densidad más baja y por eso flotan. Qué guay. Y yo que pensaba que las verduras se habían estropeado. Por cierto, he oído que los huevos frescos se hunden y los pasados flotan. ¿Eso también es por la densidad? ¡Pues sí! Un huevo fresco tiene una densidad mayor que el agua y por eso se hunde, pero, si el huevo ya no está fresco, se forma una pequeña bolsa de aire en el interior de la cáscara.
El gas tiene una densidad más baja y eleva el huevo. ¡Pero también se puede conseguir que un huevo fresco flote! Lo único que tienes que hacer es añadir sal al agua. Cuando la sal se disuelve en el agua, aumenta la densidad del agua. Llegado un momento, el agua salada tiene una densidad mayor que el huevo fresco. Puede que se necesite un montón de sal, pero ¡el huevo acabará flotando!
Que algo flote o se hunda, puede depender de su forma. Por eso a veces podemos hacer que algo flote, con solo cambiarle la forma. ¡Hagamos la prueba! Cogemos dos trozos idénticos de papel de aluminio. Con un trozo del papel formamos una bola apretada y la metemos en el agua. La bola se hunde porque la densidad del aluminio es mayor que la del agua.
Ahora cogemos el otro trozo y le doblamos los bordes para que parezca una bandeja o un barco. Lo colocamos con cuidado en la superficie y... ¡flota! Hasta podemos añadir más peso colocando unas monedas o algo pequeño dentro del barco de aluminio. Veamos cuántas monedas hay que añadir antes de que el barco se hunda. El área en contacto con el agua es mucho mayor en el caso del barco que en el de la bola.
Es decir, el peso del barco está distribuido sobre una superficie más amplia. Gracias a su forma, da la impresión de que el barco de aluminio tenga una densidad menor de la que en realidad tiene. Esto es lo que le permite al barco flotar. Es el mismo principio por el que los barcos de carga hechos de acero se mantienen a flote y cruzan los mares. Si algo se hunde o flota, depende de su densidad comparada con el líquido en el que está colocado y del área que está en contacto con el líquido. ¿Y si para la sopa hacemos un barco flotante con la patata?
Prefiero añadirle algo más de sal para que flote. Eso suena a idea pésima...