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Acidificación: la lluvia ácida
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Which of these are affected by acid rain?
A Leon le encanta el agua con gas. ¡Le parece muy refrescante! Se imagina a sí mismo nadando en un lago lleno de agua con burbujas. Sería genial, ¿a que sí? La verdad es que a la naturaleza un lago de agua con gas no le parecería tan buena idea como a ti, Leon. ¿Por qué no? ¡Veamos! El agua con gas es un poco más amarga que el agua normal del grifo.
Esto se debe a que contiene dióxido de carbono, un gas que produce burbujas. Parte de ese gas reacciona con las moléculas del agua formando ácido carbónico. Los iones de hidrógeno liberados en esta reacción aumentan la ACIDEZ del agua. De hecho, casi toda el agua de la naturaleza, la de las nubes, los glaciares y los lagos, por ejemplo, es ligeramente ácida. Contiene pequeñas cantidades de ácido carbónico porque absorbe el dióxido de carbono del aire.
Pero una acidez mayor a lo normal puede causarle mucho daño al medio ambiente. El dióxido de carbono no es el único gas que se disuelve fácilmente en el agua y que reacciona para formar un ácido. - Los contaminantes del aire como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno también pueden hacerlo. A veces los procesos naturales, como las erupciones volcánicas, producen estos gases. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de los contaminantes del aire se liberan al quemar carbón y otros combustibles usados, por ejemplo, para generar electricidad. También hay contaminantes en los gases de escape de los coches, los aviones y otros vehículos, y las industrias también suelen producirlos.
Cuando salen al aire, el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno reaccionan con el vapor de agua y producen compuestos ácidos. A continuación estos se combinan con otras sustancias y forman nubes mucho más ácidas de lo normal. Cuando llueve, la lluvia trae consigo esos ácidos y este fenómeno se conoce como LLUVIA ÁCIDA, pero puede ser cualquier tipo de precipitación: lluvia, nieve o granizo. La lluvia ácida altera la acidez del suelo y del agua dulce de los lagos y ríos afectando a los organismos que viven en ella. Cuando el agua ácida llega al suelo, el aluminio y los metales pesados, como el plomo, se liberan en él, lo que tiene consecuencias negativas en el medio ambiente, y además son tóxicos para los organismos vivos.
Matan las bacterias del suelo, tan importantes en la producción de nutrientes. También dañan las raíces dificultándoles así a las plantas la obtención de nutrientes y agua. Las plantas se debilitan y se vuelven más sensibles a las enfermedades. Esto les pasa a los bosques, lo que causa su muerte, y también a los campos de cultivo afectando de manera negativa a la producción alimentaria. Parte del aluminio y de los metales pesados se los lleva la lluvia, por lo que acaban en los lagos, ríos y arroyos.
Los ácidos y elementos tóxicos contaminan el agua y afectan a todos los organismos que viven en ella. Hay muchas especies acuáticas muy sensibles a los cambios de acidez: no son capaces de reproducirse, enferman—o incluso mueren. Esto, a su vez, afecta a los animales que no viven en el agua, como las aves que se alimentan de peces, porque su suministro de alimento disminuye o porque se envenenan con los metales pesados. La lluvia ácida altera los ecosistemas de la naturaleza, pero también afecta a los objetos elaborados por el hombre, tales como edificios, estatuas y puentes. La lluvia ácida es capaz de disolver algunos materiales como el mármol o la caliza, o de corroer metales como el cobre y el bronce, dañando así los objetos expuestos a la lluvia ácida.
Son sobre todo los contaminantes los que causan la lluvia ácida, por lo que la única manera de proteger nuestro medio ambiente es reduciendo la cantidad de contaminantes en el aire. Esto se consigue dejando de usar el carbón como fuente de energía, invirtiendo en fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, y minimizando las emisiones del transporte y la industria.