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Los tsunamis
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¿Qué puede causar un tsunami?
Es la tarde del 11 de marzo del 2011, en la ciudad de Sendai en Japón. Un día como otro cualquiera. Kei está en la oficina, trabajando. Ya le queda poco para acabar la jornada. De repente, el edificio empieza a moverse.
Las lámparas bailan de un lado a otro y una estantería se cae. Kei sale corriendo a la calle, como muchas otras personas más. ¡Es un terremoto importante! La tierra se mueve durante varios minutos. Nada más parar, Kei y otros compañeros del trabajo cogen el coche y se marchan lejos. Quieren estar lo más lejos posible de la costa.
Saben que dentro de nada la catástrofe puede empeorar todavía más. El centro del terremoto, su epicentro, se encuentra en alta mar. Muy por debajo de la superficie, el lecho marino se está moviendo y el terremoto está levantando enormes masas de agua hasta varios metros de altura. Cuando la superficie del agua vuelve a igualarse, es cuando surgen las olas. Las olas salen disparadas en todas las direcciones.
Una de esas olas se está acercando a las costas de Japón, pocos minutos después del terremoto que acaba de golpear a Sendai y a otras ciudades más. De momento, a simple vista aún no se ve la ola. Aunque solo tiene un metro de altura, tiene cientos de kilómetros de ancho. La ola se mueve muy rápido hacia la costa: a 800 kilómetros por hora. Ya más cerca de la tierra, el océano es menos profundo.
El fondo marino y la orilla ralentizan la ola. El agua movida por la ola no tiene espacio. Y al no tener espacio, es empujada hacia arriba. La ola se hace cada vez más alta... y más alta.
Una ola puede llegar a tener 10, 20 e incluso 30 metros de altura. Golpea la costa con toda su fuerza. Japón es golpeado por una ola gigantesca: un tsunami. El tsunami se lleva por delante barcos, coches, edificios... y personas.
La ola arrasa con todo que se le cruce en el camino. La fuerza de la ola es impresionante. El tsunami barre 600 kilómetros de costa e invade grandes zonas tierra adentro. Ferrocarriles, carreteras, puentes, hospitales, campos, sistemas de suministro eléctrico y de agua... la ola asola prácticamente todo lo que se encuentra por el camino.
En algunos sitios el agua llega hasta un kilómetro y medio tierra adentro. Luego la fuerza de la gravedad tira de ella de vuelta al mar. El agua que hace nada era una ola adentrándose en la tierra, ahora es una enorme ola camino al mar. Arrastra consigo las casas derruidas, los coches, los trenes, los escombros y a las personas que se han ahogado en la ola. Miles de cuerpos no aparecerán nunca más.
Resumiendo, un terremoto en el fondo del mar puede originar un tsunami, pero también pueden hacerlo las erupciones volcánicas o los deslizamientos subacuáticos grandes. Estamos hablando de algo que el ser humano no puede prevenir, pero sí que se pueden tomar medidas para proteger a la gente cuando llegue la ola. Una posibilidad es construir grandes muros para proteger las zonas habitadas. Estos pueden prevenir que el agua llegue hasta la gente y los edificios cuando golpee la ola. Otra opción es colocar sensores en el fondo marino que detecten cuándo se mueve la tierra - cuándo hay actividad sísmica.
De esta forma, los sensores son capaces de detectar erupciones volcánicas y terremotos. Envían una señal a un sistema de vigilancia. Si el terremoto es grande y hay riesgo de una ola enorme, suena una sirena y se envían notificaciones a través de las radios, televisiones y los móviles. Se emite un aviso de tsunami. La gente ahora sabe que tiene que salir de la zona de peligro cuanto antes: hay que evacuar.
Se alejan lo más rápido que pueden de la costa, o se van a lugares elevados a los que no pueda llegar el agua. En Sendai había muros de defensa contra los tsunamis, pero la ola fue tan potente y alta que sobrepasó los muros y destruyó pueblos y ciudades enteras. Sendai también tenía una sistema de aviso que se activó. Esto permitió que algunas personas, como Kei y sus compañeros de trabajo, pudieran ponerse a salvo. Por desgracia, a muchas otras personas no les quedó tiempo para escapar.
En esa catástrofe murieron unas 18,000 personas y se destruyeron más de medio millón de hogares. El tsunami del 2011 fue el peor que ha experimentado Japón.