El uso del agua
El suministro de agua y su calidad
El suministro de agua y su calidad
Fresh water sources can come from ______________.
Leon está duchándose cuando de repente se para a pensar. ¿De dónde sale toda el agua de la ducha? Todos sabemos que el agua del grifo no surge por arte de magia: viene de algún sitio. Ese algún sitio son las reservas de agua, o el abastecimiento hídrico. En el planeta Tierra hay varios tipos de reservas de agua. El agua dulce que usamos en casa suele venir de reservas como ríos o lagos.
Son reservas superficiales. El agua dulce también puede salir de debajo de la superficie terrestre: las reservas subterráneas. Para acceder al agua subterránea, se necesita un pozo. Recoger el agua de la lluvia es otra reserva de agua dulce. Pero, ¿cómo acaba el agua de dichas reservas en nuestras casas?
Podemos recogerla nosotros mismos directamente de un arroyo o fuente. Así es como se solía hacer antiguamente y como sigue haciéndose en algunas zonas rurales o remotas. Sin embargo, en la mayoría de las ciudades el agua llega desde la reserva hasta los edificios a través de un sistema de bombas y tuberías: un sistema de abastecimiento hídrico. Las autoridades locales o las compañías privadas controlan dichos sistemas. Hay dos elementos que definen cualquier reserva hídrica: la cantidad del agua y su calidad.
Una buena reserva de agua es la que tiene agua suficiente para cubrir las necesidades de todos aquellos que quieran usarla. El agua es una fuente renovable por lo que la mayoría de las reservas se rellenan, por ejemplo, cuando llueve o cuando se derrite la nieve. Las reservas de agua que se rellenan con cierta regularidad son consideradas reservas seguras. La cantidad de agua de una fuente puede variar dependiendo del año, la estación, la ubicación y su uso. Si de una reserva sacamos más agua de la que entra, la cantidad de agua disminuye y esto puede causar escasez de agua.
La escasez de agua es algo frecuente en muchos lugares del mundo, sobre todo en verano, cuando no llueve mucho. El agua también tiene que ser apta para su uso. El agua potable, por ejemplo, tiene que ser limpia y segura: sin bacterias ni parásitos ni productos químicos. El agua que se usa para otros menesteres como las cisternas de los lavabos o para lavar la ropa, no tiene por qué ser tan pura como el agua para beber. Cuanto más contaminada está el agua, peor es su calidad y para menos cosas sirve.
La calidad del agua varía de una reserva a otra. Las reservas superficiales de agua como los lagos o los ríos, pueden contaminarse con basura o suciedad. A veces también les llegan vertidos químicos procedentes de los terrenos circundantes. Esos contaminantes hacen que el agua tenga un aspecto turbio. Pero incluso el agua que aparentemente es clara no tiene por qué estar limpia ni ser segura.
El agua puede contener metales tóxicos o microorganismos, por ejemplo bacterias y virus, que son invisibles pero que cuando se consumen, provocan intoxicaciones y dañan la salud humana. El agua de la lluvia, aunque suele ser pura, puede contaminarse al recogerse o almacenarse. La arena y la gravilla suelen filtrar las impurezas del agua subterránea. Aun así, el agua subterránea puede contaminarse con otras sustancias que van filtrándose a través de la tierra, por ejemplo, productos químicos o metales tóxicos. La mayoría de los contaminantes pueden eliminarse del agua mediante distinos procedimientos.
Los sistemas modernos de suministro de agua suelen contar con unidades que filtran y purifican el agua de la reserva. Así se mejora su calidad. Una vez que el agua ha sido tratada, se bombea a través de un sistema de tuberías para que llegue a tus grifos, tu lavabo y tu ducha.