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La huella ecológica
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To leave a smaller ecological footprint, it's best to eat ________________foods.
Aadesh está en una playa de arena y se ha fijado en cómo el mar se lleva las huellas de sus pisadas. Es como si nunca hubiera estado allí. Entonces se acuerda de cuando pisó en el cemento fresco que estaba puesto de camino al cole y que esas huellas sí que siguen estando. Al igual que dejamos las huellas de nuestras pisadas cuando caminamos, nuestra manera de vivir también deja su huella en el planeta Tierra. Se parece más a la huella de los pies de Aadesh en el cemento que a la de la arena de la playa: no se va tan fácilmente.
Todo lo que hacemos, desde producir electricidad, a fabricar ropa, comida y muebles, tiene un impacto en el planeta. Una manera de calcular dicho impacto es midiendo la cantidad de recursos naturales, normalmente renovables, que se necesitan para fabricar y producir todas esas cosas. Esos recursos incluyen la tierra para los cultivos y el ganado, las zonas construidas, los bosques, las industrias pesqueras y las zonas naturales que absorben nuestras emisiones de dióxido de carbono. Se puede medir la rapidez con la que agotamos los recursos y generamos residuos y compararla luego con lo que tarda la naturaleza en recuperarse de nuestro impacto. Así obtenemos un valor denominado huella ecológica.
Se puede medir la huella ecológica de un producto individual, de una persona individual o de un país individual. La huella ecológica de las personas suele estar relacionada con la comida, el viajar, la energía que usamos en el hogar y nuestras posesiones, como la ropa. La huella ecológica de los países suele indicarnos en qué y cómo sus ciudadanos gastan los recursos, pero también qué tipo de industria y producción energética tiene el país. Resulta prácticamente imposible vivir sin dejar una huella ecológica. Sin embargo, la gente deja diferentes huellas ecológicas.
Nuestras elecciones a la hora de comer, el medio de transporte, cómo viajar y consumir los bienes, influyen en nuestra huella ecológica. El impacto más grande lo dejan el comer y el viajar. Nadie, sin embargo, es capaz de vivir sin comer, y muchos estamos obligados a viajar. Puede que nuestros amigos o la familia viva muy lejos o que tengamos que viajar para ir al colegio o al trabajo. Lo que comemos también influye en el planeta.
Por ejemplo, comer fruta que no es de cultivo local significa que esa fruta ha tenido que ser traída desde cierta distancia creando residuos y emisiones de dióxido de carbono. Procurar comer más producto local disminuiría nuestra huella ecológica. Comer más verdura y menos carne es otra buena manera de reducir nuestro impacto en el planeta porque para la ganadería se necesitan mucho más terreno y recursos que para el cultivo. La manera actual de viajar puede ser un problema porque se libera mucho dióxido de carbono y otros gases nocivos. De ahí que usar el transporte público lo máximo posible y viajar menos en avión sean dos soluciones eficaces.
Por último, la fabricación de cosas completamente nuevas requiere unos recursos muy valiosos. Por eso comprar menos, usar lo que ya se tiene e intercambiar cosas con los amigos también reduzca el tamaño de nuestra huella ecológica. Aadesh está pensando en su propia huella ecológica. Es vegano y suele ir en bici al colegio. Considera que su huella ecológica es más bien pequeña.
Sin embargo, de repente recuerda que le gusta estrenar muy a menudo vaqueros y camisetas. Tal vez debería intercambiarlos con los amigos y no comprarlos siempre nuevos. ¿Y tú? ¿Cuál dirías tú que es el tamaño de tu huella ecológica? ¿Se te ocurre cómo reducirla?