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La vida de dos esclavos
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¿Qué ocurría cuando los esclavos morían por enfermedad en los barcos negreros?
Teagu y su hermana Comar han visto llegar a la aldea a los cazadores de esclavos e intentan huir. No lo logran. Son atrapados y llevados al fuerte europeo de comerciantes de esclavos. Es un viaje de varios días de marcha. Como van encadenados los unos a los otros, tropiezan y caen.
Muchos de sus familiares de mayor edad mueren durante el camino. En el fuerte de esclavos son vendidos a los europeos por unas cuantas pulseras de cuentas. Aquí a Teagu y Comar los separan. No saben si alguna vez volverán a verse. Hace mucho calor.
El aire viciado hace que Comar enferme, aunque logra sobrevivir. No todo el mundo lo consigue. A veces los esclavos tienen que esperar durante varios meses la llegada del barco de esclavos que los viene a recoger. Aunque la vida en el fuerte era dura, no es nada comparado con lo que les espera en el barco. A Teagu lo encadenan al suelo junto con otros hombres en el estrecho casco del barco.
Hay suciedad y hace un calor sofocante. La gente se marea, vomita y defeca en el suelo. Se van contagiando enfermedades y muchos a su alrededor mueren; sus cuerpos... son tirados por la borda. Durante todo el viaje Teagu no llega a ver la luz del sol.
Comar viaja un poco mejor en la zona de las mujeres. En este viaje el capitán ha calculado mal las raciones de comida. No hay para todos. Para ahorrar comida, se tiran a varios esclavos por la borda. Tanto Teagu como Comar sobreviven el viaje hasta América.
Ahora van a ser vendidos en una subasta. Los mantienen separados, pero pueden verse desde lejos. Tienen la esperanza de ser vendidos al mismo sitio. A ellos les toca esperar sólo cuatro días para la subasta, mientras que otros llevan esperando semanas. Durante este tiempo los examinan.
Los futuros propietarios quieren asegurarse de que van a comprar esclavos sanos y fuertes. Para estar más guapos y tener un aspecto más saludable, a los esclavos les rapan el pelo y los untan con aceite para que les brille la piel. El subastador ha dicho que los esclavos sólo se venderán en familia. Pero sólo es para asegurarse de que venderá a los viejos y débiles junto a los sanos y fuertes. Esto no vale para Teagu y Comar.
Los compran personas diferentes y acaban muy lejos uno del otro. A Teagu se lo llevan a una plantación de algodón en el Sur, mientras que Comar acaba en Boston. En la casa de sus propietarios se convierte en esclava doméstica. Sus dueños les dan a ambos nuevos nombres. Teagu ahora es Coffey y Comar, Mary Anne.
Les marcan a fuego en la piel los símbolos de sus propietarios, igual que se hace con el ganado. La vida en la plantación es dura. La mayoría de los esclavos no logran sobrevivir diez años. Teagu trabaja en el campo desde que sale el sol hasta que se pone, y le dan muy poca comida. Por las noches duerme en un cobertizo estrecho.
Los esclavos se acuestan sobre paja en el suelo sucio. Una noche Teagu no aguanta más y decide escapar. Pero los perros y hombres lo alcanzan. Lo castigan. El capataz le pone un grillete con campanas.
Si Teagu vuelve a intentar huir, el capataz podrá oír dónde está. Mientras tanto, Comar tiene tareas algo más llevaderas en la casa de su propietario. No tiene que trabajar tan duro durante el día como Teagu en el campo. Pero siendo chica a ella le acechan otras amenazas. Como los esclavos no suelen vivir mucho tiempo, siempre hay demanda de nuevos esclavos.
Y para obtener más esclavos sin tener que pagar por ellos, los dueños o los capataces dejan embarazadas a las mujeres. A Comar la violan. Pero en estos momentos el dueño de Comar no necesita más esclavos, así que las hijas de Comar, Venus y Betty, son subastadas para otro sitio. Existen leyes que protegen a los caballos contra el maltrato, pero no existen leyes que protejan a los esclavos. Ni siquiera es un acto criminal matar a une esclavo a palos.