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La industrialización y la globalización
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¿Verdadero o falso? Del mineral de hierro se puede extraer hierro, y el carbón se puede utilizar para calentar.
La revolución industrial da comienzo en Gran Bretaña en el siglo XVIII. Los nuevos métodos hacen que la agricultura sea más eficaz y se necesitan menos trabajadores agrícolas. La población crece, pero, al mismo tiempo, mucha gente se queda sin trabajo. Los desempleados se van a las ciudades y se convierten en mano de obra barata en la recién establecida industria textil. Estos cambios en la agricultura junto con la migración a las ciudades establecen la base para la revolución industrial.
En Gran Bretaña, además, hay abundantes existencias de dos materias primas: mineral de hierro y carbón, unos recursos naturales muy importantes para la nueva industria. Del mineral de hierro se puede extraer hierro, y el carbón se puede usar para dar calor. Estos dos factores combinados ayudan a acelar el progreso de la revolución industrial. Las primeras máquinas usadas en la industria eran hasta ahora sobre todo de madera, Lo que significa que no duraban mucho, ya que la presión sobre la madera es demasiado alta. Se necesita nueva maquinaria de hierro y acero.
Para fundir el mineral de hierro, purificarlo y convertirlo en hierro, se necesita mucho combustible. Como combustible se emplea el carbón vegetal, pero apenas quedan árboles en Gran Bretaña. Se han talado casi todos los bosques. Los británicos tienen que importar el carbón vegetal, de modo que a su vez resulta caro manufacturar el hierro. Se puede usar carbón, pero el hierro se contamina, por lo que pierde calidad.
En 1784 se inventa un nuevo método: un proceso llamado pudelación, que posibilita el uso del carbón en la producción del hierro. Ahora se puede producir hierro puro de manera barata y construir un montón de máquinas. Uno de los inventos más importantes del siglo XVIII es la máquina de vapor. Esta máquina funciona con vapor de agua. Cuando el carbón se quema se crea vapor de agua.
Las primeras máquinas de vapor se emplean para extraer agua de las minas. En 1795, un mecánico, James Watt, repara una máquina de vapor. Pero también la modifica e introduce tantas mejoras en esta máquina, que se le suele conocer como el inventor de la máquina de vapor. Sus mejoras permiten que ahora las máquinas de vapor impulsen barcos, trenes y una gran variedad de maquinaria. Lo bueno de la máquina de vapor es que ya no se depende del agua, el viento o la fuerza muscular para que las máquinas funcionen.
Las fábricas ya no tienen que estar al lado de un río, sino que pueden construirse en cualquier parte. A menudo se construyen al lado de las minas de carbón, donde abunda el carbón, que se usa como combustible. Alrededor de las minas de carbón suelen aparecer grandes acerías. A finales del siglo XVIII Gran Bretaña es una de las productoras de acero más grandes del mundo. Las nuevas industrias necesitan nuevas rutas de transporte.
A veces las minas de carbón y acerías están lejos de las ciudades y los puertos, y las carreteras en Gran Bretaña suelen ser muy malas. Así que ahora los británicos empiezan a construir nuevas y mejores carreteras para facilitar el transporte de cargas pesadas, como por ejemplo, carbón y mineral de hierro entre fábricas, ciudades y puertos. Se construye una red viaria, pero la gran mejora en los transportes es, sin duda, el ferrocarril. A principios del siglo XIX Richard Trevithick construye la primera locomotora impulsada por una máquina de vapor. Diez años después George Stephenson la mejora.
Ahora se pueden transportar cargas grandes y pesadas. Pero la gente desconfía y piensa que los trenes van a una velocidad que pone la vida en peligro. Algunos hasta creen que ir a la vertiginosa velocidad de 18 kilómetros por hora puede dañar el cerebro. Pero el miedo se les pasa pronto, cuando los británicos empiezan a entender lo eficaz que es el ferrocarril. A mediados del siglo XIX hay una red ferroviaria que cubre casi toda Gran Bretaña.
La locomotora se convierte en símbolo del éxito tecnológico. Los caballos de fuego, como se les apoda a los trenes, convierten a los caballos de verdad en obsoletos, y ahora tanto la carga como los pasajeros viajan en tren. Y no sólo los trenes funcionan con vapor. A principios del siglo XIX el americano Robert Fulton construye el primer barco a vapor, y 100 años más tarde la mitad de los barcos que surcan los océanos del mundo van a vapor. Los nuevos inventos del siglo XIX consiguen que los productos de todo el mundo viajen más lejos y más rápido que nunca.
El comercio une los continentes. La industria y la máquina a vapor inician lo que llamamos globalización.