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La industrialización y el movimiento obrero
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¿Por qué no ayudaba protestar contra las precarias condiciones laborales?
La revolución industrial se inicia en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII. Cambiará el mundo para siempre. El desarrollo agrícola lleva a que decenas de miles de personas pierdan sus tierras y se queden sin trabajo. Se van a las ciudades en busca de trabajo en las recién construidas fábricas. La vida de los obreros industriales es dura.
El ritmo es rápido y el salario bajo. A los propietarios de las fábricas no les importa contratar mujeres y niños porque se les paga menos que a los hombres. ¡Mejor para el dueño! La jornada laboral es larga. Los hombres trabajan 12 o 13 horas al día, a veces incluso hasta 16. Las mujeres y los niños trabajan jornadas más cortas.
El trabajo suele ser monótono y arriesgado. Es muy fácil que una mano se quede atrapada en una máquina. Muchos obreros quedan lesionados de por vida. El lugar de trabajo más peligroso son las minas de carbón. Usando máquinas de vapor para extraer el agua subterránea se pueden excavar minas más profundas que antes y extraer aún más carbón.
Pero también aumenta el riesgo de derrumbe, la falta de oxígeno y los gases tóxicos. Los mineros son niños, porque las minas son tan estrechas que nadie más cabe en ellas. Para ayudarles tienen pájaros enjaulados, por ejemplo, canarios. Estos pájaros son muy sensibles a la escasez de oxígeno y a los gases tóxicos. Si los pájaros se desmayan, los mineros saben que tienen que salir.
A veces los obreros protestan en contra de las malas condiciones de trabajo. Pero no sirve de nada. Un obrero que protesta pronto es reemplazado por un obrero nuevo. Los que se mudan a las ciudades por trabajo necesitan sitios donde vivir. En las ciudades industriales como Londres y Manchester surgen grandes barriadas en las que los obreros viven hacinados.
En estos barrios no hay alcantarillado y las estrechas calles están llenas de basura. La basura atrae a las ratas, y éstas, a los piojos, que a su vez propagan enfermedades. La vida insalubre en los barrios trabajadores hace que las enfermedades se propaguen rápidamente. La gente muere de cólera, fiebre tifoidea, desnutrición, neumonía e incluso simples infecciones. A mediados del siglo XIX la mitad de los niños británicos muere antes de llegar a los cinco años.
Los obreros de las fábricas pocas veces cumplen más de 30 años. Al final los obreros acaban hartándose. Se manifiestan, inician disturbios y organizan protestas en las que todos se niegan a ir a trabajar: hacen huelga. A esta resistencia organizada se la llama movimiento obrero. A los dueños de las fábricas esto no les gusta nada.
Se aseguran de que se prohiba el movimiento obrero. Los obreros que son pillados organizando algo son condenados a prisión. Aun así los obreros continúan organizándose en secreto. Junto con otros obreros de su profesión crean sindicatos. Los trabajadores textiles crean un sindicato y los mineros otro.
El arma más poderosa que tienen los sindicatos es negarse a ir a trabajar - hacer huelga. Pero en ese caso, no les pagan. Para poder permitirse ir a la huelga los sindicatos recaudan por adelantado dinero de los miembros, para tener un fondo de huelga. La Iglesia apoya estos nuevos sindicatos y también muchos periódicos están de parte de los obreros. Al final, el Parlamento acaba cediendo y los obreros pueden organizarse legalmente.
Cuando los obreros en el resto de Europa se enteran de esto también empiezan a crear sindicatos y a hacer demandas. Llegan las primeras leyes que protegen a los obreros. Por ejemplo, a los dueños de las minas se les prohibe enviar a mujeres y niños menores de diez a las minas. En la década de 1840 hay tantos obreros afiliados a los sindicatos que los propietarios industriales y los políticos deben hacer frente a sus exigencias de salarios más altos y mejores condiciones laborales. El movimiento obrero es ahora una fuerte fuerza política de la sociedad.
Pero no sólo beneficia a los obreros. Los dueños de las fábricas se dan cuenta de que como los obreros reciben salarios más altos, compran más productos de la fábrica producidos en masa. De modo que el dinero vuelve al bolsillo de los dueños. Los salarios más altos también implican menos riesgo de huelga y disturbios. Las ideas del movimiento obrero con respecto a una mejor vida se van convirtiendo en una teoría coherente sobre el funcionamiento de la sociedad, sobre lo que es justo, y sobre cómo distribuir la propiedad y los derechos.
De modo que el movimiento obrero se convierte en una parte fundamental de la ideología política del socialismo.