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Luis XIV: «El Estado soy yo»
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What is the name of the palace Louis XIV constructed in the countryside?
Francia, 1643. El rey Luis XIII ha muerto. Su hijo, Luis XIV, se convierte en rey. A los cuatro años de edad, Luis es un poco joven para gobernar Francia, por lo que la función la desempeña un gobernante sustituto, un regente. La madre de Luis, Ana de Austria, asume la regencia con la ayuda del líder religioso y político, el cardenal Mazarino.
Ana y Mazarino necesitan dinero. Francia ha participado en muchas guerras costosas últimamente. Así que publican un aviso donde se anuncia la subida de impuestos. La clase dominante, la nobleza, está indignada: «¡No podéis aumentar nuestros impuestos porque sí y sin nuestro permiso!». Exigen nuevas reglas para limitar el poder de la realeza.
Luchan en las calles contra los soldados reales. Los enfrentamientos acaban en una serie de guerras civiles que reciben el nombre de La Fronda. La Fronda continúa hasta 1653, cuando la realeza suprime al final a la nobleza. En 1654, Luis es coronado oficialmente rey. Solo tiene 15 años.
Luis está decidido a evitar el tipo de sublevaciones que presenció durante su infancia. De alguna manera, debe mantener la lealtad de la nobleza al rey… ¡Y Luis sabe cómo hacerlo! Luis desvía la atención de la nobleza de los asuntos políticos y económicos… hacia la moda. Se viste con pieles opulentas y exige que sus súbditos vayan a la última moda real, con pelucas hasta zapatos de tacón rojo. La ropa no es el único modo en que el rey exhibe su estilo.
Decide trasladar su corte desde la agitada y ruidosa ciudad de París a la campiña vecina. Aquí construirá un inmenso complejo palaciego nuevo: el Palacio de Versalles. No escatima en gastos. Cada detalle exhibe el resplandor y la grandeza del rey. En el interior, hay apartamentos lujosamente amueblados para la familia del Rey y el personal más cercano, salones con techos pintados y decorados y una Galería de los Espejos de 70 metros de largo y con 17 ventanas.
Las ventanas dan a los estilizados jardines del palacio, donde hay una imponente estatua de bronce que representa al rey a caballo. Muy cerca hay dependencias para los miles de sirvientes del rey y un castillo para sus numerosas amantes. El rey mantiene ocupada a la nobleza con las tareas de atender a sus esposas, amantes, 17 hijos y, por supuesto, a él mismo. Lleva a cabo todos los aspectos de su vida (levantarse de la cama, comer, cazar, misa) en presencia de sus súbditos. Sus súbditos, a su vez, se pelean por ponerle los zapatos al Rey por la mañana y pujan incluso por ayudarlo a ir al retrete antes de acostarse.
El Rey está en el corazón de todas las actividades, honrando a quienes lo rodean con afecto y esplendor… Y recibe el apodo de El Rey Sol. Con un espectáculo tan cautivador en la vida cotidiana de la corte, a la nobleza apenas le queda tiempo para pensar en el poder y la política. Los llamamientos para frenar el poder del rey como en la época de La Fronda, han quedado olvidados desde hace tiempo. ¡Ninguna persona ni ninguna ley pueden decirle al rey lo que debe hacer! Luis XIV se ha convertido en el poder gobernante supremo y en el primer monarca absolutista de Francia. «L’état, c’est moi!», se dice que afirma. «El Estado soy yo». Parece que el rey no está satisfecho con ser la máxima autoridad en su propio país.
Anhela expandir su dominio para hacer de Francia la principal potencia europea. Sus intentos ocasionan una serie de guerras, sobre todo con la poderosa Casa de Habsburgo, que gobierna los países vecinos de Francia. En la última de esas guerras, Luis logra poner fin al cerco de Francia por parte de los Habsburgo. En 1715, acaba su reinado de 72 años. En su lecho de muerte, se dice que declara: «Me voy, pero el Estado permanecerá siempre».
De hecho, Francia es más poderosa que nunca, aunque también está al borde de la quiebra.