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Las sondas espaciales
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¿Verdadero o falso? Llegar a los planetas más cercanos a la Tierra sólo lleva un par de semanas.
El espacio es un lugar peligroso que explorar. Hay una fuerte radiación cósmica, asteroides y desechos capaces de destruir una nave espacial; no hay agua ni aire que poder respirar. El espacio es tan grande que llegar a los planetas más cercanos a la Tierra llevaría meses, ¡o años! Por eso, de momento, que los humanos viajen a otros planetas resulta casi imposible. Y sin embargo, sí se puede llegar a otros planetas, lunas o asteroides y recoger información. ¿Cómo?
Los científicos y los ingenieros han construido dispositivos robóticos capaces de viajar por el espacio y funcionar de manera autónoma sin que haya gente abordo. Equipados con herramientas e instrumentos científicos, estos dispositivos recogen datos e imágenes. Esa información la envían de vuelta a la Tierra, normalmente por radio, para que los científicos la analicen y la usen en sus investigaciones. Esos dispositivos se conocen como sondas espaciales. El propósito de las sondas espaciales varía y cada sonda se suele diseñar con una misión concreta en mente.
Las sondas espaciales se pueden dividir en diferentes grupos, según cómo y dónde recojan información. Hay sondas espaciales que viajan a través del espacio interplanetario y pasan al lado de otros planetas visitando a más de uno. Reciben el nombre de sondas espaciales interplanetarias. Puede que hayas oído hablar del Voyager 1 o del Voyager 2, dos sondas espaciales interplanetarias enviadas al espacio en 1977. Su misión principal era pasar al lado de Júpiter y Saturno, estudiar los anillos de Saturno y las lunas más grandes de ambos planetas.
Sin embargo, a medida que transcurría la misión, las sondas espaciales Voyager consiguieron pasar cerca de dos de los planetas más alejados en nuestro sistema solar: Urano y Neptuno. Gracias a las sondas espaciales Voyager pudimos descubrir otras lunas y anillos de dichos planetas e incluso observar volcanes en activo en una de las lunas de Júpiter. Las sondas también recogieron información sobre los campos magnéticos y los vientos solares. Hoy, casi cuarenta años después de su lanzamiento, su misión continúa. En el 2012, el Voyager 1 penetró en el espacio interestelar más allá de nuestro sistema solar, seguido por el Voyager 2 en el 2018.
Las dos sondas siguen mandando información a la Tierra. Otro tipo de sonda espacial es la que se suele poner en la órbita de un objeto astronómico, como un planeta o una luna. Viajan durante varios meses o años y recogen información sobre los campos magnéticos o gravitacionales de un planeta, sacan fotos de toda su superficie y observan cualquier cambio que tenga lugar mientras la sonda siga en órbita. Ese tipo de sonda espacial recibe el nombre de orbitador. Uno de los primeros ejemplos de orbitador fue el Mariner 9, lanzado en 1971.
Fue la primera nave espacial en orbitar a otro planeta. Al final de su misión el Mariner 9 había medido la composición y la estructura de la atmósfera de Marte y enviado a la Tierra miles de imágenes de la superficie de Marte. También están las sondas espaciales que llegan a aterrizar en la superficie de un objeto astronómico. Son los aterrizadores o módulos de descenso. Los aterrizadores solamente pueden explorar objetos astronómicos con superficies duras, como los planetas rocosos.
Los científicos se han servido de aterrizadores para explorar Venus, Marte, Mercurio, algunas lunas y varios asteroides y cometas. Los aterrizadores suelen llevar sondas espaciales robóticas capaces de moverse y conducir por la superficie del planeta: los róver. Un ejemplo de un róver muy conocido es el Curiosity, que ha estado explorando la superficie de Marte desde el 2012. Investiga el clima de Marte, su geología y sus niveles de radiación, y busca señales de agua o posible vida. Aunque todavía no podamos explorar en persona otros planetas, gracias a las sondas espaciales podemos estudiar el espacio y aprender mucho sobre nuestro universo desde aquí mismo: ¡la Tierra!