Los microscopios ópticos
Señala qué instrumento nos permite ver organismos diminutos que no son visibles a simple vista.
Si preguntásemos a alguien qué es lo que causa más enfermedades, seguramente la respuesta no tardaría mucho en llegar: ¡las bacterias y los virus! Estos organismos minúsculos, los microbios, atacan las células que componen nuestro cuerpo y eso hace que enfermemos. Pero no siempre ha sido así de evidente. No fue hasta la segunda mitad del siglo XVII que la gente descubrió la existencia de las bacterias o incluso de las células. ¿Por qué? ¡Pues porque no había manera de verlas! Lo más pequeño que puede captar el ojo humano es del grosor de la punta de un pelo.
Sin embargo, el invento del microscopio óptico permitió ver lo invisible... Este es uno de los primeros microscopios ópticos, construido alrededor de 1590. Está compuesto por un tubo con dos lentes curvadas hacia fuera colocadas cada una en un extremo. Al observar algo a través del tubo, la luz que refleja el objeto pasa por la primera lente. Esta primera lente recibe el nombre de "objetivo" y crea una imagen amplificada.
Luego la segunda lente, el ocular, amplía la imagen todavía más. La imagen final que llega hasta el ojo es unas cuantas veces más grande que el objeto en sí. Este microscopio usa la luz y tiene más de una lente: Es un microscopio de luz compuesto. El diseño es muy simple y la imagen que produce es oscura y borrosa. Pero con el tiempo tanto el diseño como las lentes fueron mejorando y la calidad de las imágenes y el aumento también mejoraron.
En la segunda mitad del siglo XVII los microscopios son capaces de aumentar una imagen hasta 270 veces, lo suficiente como para observar por primera vez células y bacterias. En la actualidad los microscopios ópticos han avanzado muchísimo aunque su funcionamiento base siga siendo el mismo. ¡Echemos un vistazo! En la parte baja del cuerpo del microscopio hay una fuente de luz. Puede ser una lámpara pequeña o un espejo que permita dirigir la luz. Encima de la fuente de luz está el portador.
Aquí se coloca el objeto que se quiere ver: la muestra. La muestra tiene que ser muy fina y hay que colocarla sobre una placa transparente para que la luz pueda atravesarla y llegar hasta el objetivo. La mayoría de los microscopios tienen varios objetivos, colocados en una rueda giratoria también llamada revólver. Estos objetivos tienen lentes que proporcionan distintos niveles de aumento. El revólver permite cambiar entre uno y otro.
Al igual que los primeros microscopios, las lentes del objetivo aumentan la imagen, que las lentes del ocular aumentan aún más. Pero si la muestra no está a la distancia correcta de la lente, la imagen se verá borrosa. Por suerte hay ruedas de enfoque que permiten ajustar la distancia con gran precisión, hasta que la imagen quede bien enfocada. El tamaño de la imagen final que se ve depende de la combinación de las lentes empleadas en el objetivo y el ocular. Si se multiplica el nivel del aumento del ocular y del objetivo, se obtiene un número que describe el aumento total.
Por ejemplo: si usamos un ocular que aumenta 10 veces y un objetivo que aumenta 20 veces, el aumento total es igual a 10 por 20 — 200. La imagen será 200 veces más grande que la muestra real. El aumento máximo total de un microscopio normal, el de los laboratorios del colegio o de un aficionado, es de 400, más o menos. Pero los microscopios ópticos de los profesionales son capaces de aumentar una imagen hasta ¡1500 veces! Los microscopios ópticos nos sirven para estudiar los microbios, las enfermedades y las células que componen nuestro cuerpo.
Y si los microscopios siguen mejorando y avanzando, quién sabe qué podremos encontrar en el futuro bajo un microscopio...