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Oferta y demanda
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Si el precio de algún bien disminuye, eso suele provocar que…
María está vendiendo tartas. Ya lleva un buen rato haciéndolo. Últimamente ha estado experimentando un poco con el precio. Y ha empezado a observar un patrón. María se ha dado cuenta de que cuando pone un precio muy bajo, mucha más gente compra tartas. Y cuando pone un precio alto, mucha menos gente le compra algo.
Para estudiar esta relación, María dibuja un diagrama. En el eje Y pone el precio. Y en el eje X, cuántas tartas vende: la cantidad. Al anotar las observaciones que ha hecho, se forma una línea bastante suave hacia abajo. Esta línea describe la relación precio-cantidad.
Esta relación es la demanda de tartas. María se ha dado cuenta de otra cosa. Los fines de semana y en los días festivos, cuando a la gente le apetece tarta y están dispuestos a pagar un poco más... también sale más gente a vender tartas. Esto también es una relación: cuanto más alto es el precio que se pide por una tarta, más gente está dispuesta a invertir su tiempo en hacer tartas y venderlas.
Y esta relación también es una relación precio-cantidad, pero no describe la demanda, sino la oferta de tartas. Y la curva de la oferta sube. Un precio alto lleva a muchas tartas en venta: una gran oferta. Un precio bajo lleva a menos tartas en venta: una oferta baja. Mientras la gente pueda comprar o vender lo que quiera ...
y mientras María y los demás vendedores de tartas puedan decidir qué precios ponerles a las tartas, podemos estar seguros que el precio acabará... aquí. ...Y que el número de tartas vendidas acabará... aquí. Este diagrama describe el mercado para tartas en la calle de María y ahora mismo el mercado está en equilibrio. La oferta iguala a la demanda.
Todo el mundo preparado para producir tartas a este precio, así lo hace. Todo el mundo dispuesto a comprar tartas a este precio, así lo hace. Y todas las tartas que se han hecho, se venden. Este tipo de relación entre oferta y demanda se llama mercado, aunque no se trate de cosas que se vendan en puestos callejeros. Hay un mercado para coches usados y en este caso la relación es la misma.
Si el precio de los coches baja, más gente estará dispuesta a comprarlos. Y si la gente está dispuesta a pagar más por un coche, entonces más gente estará dispuesta a venderlos. En un mercado no soóo se comercializa con cosas. Tomemos como ejemplo el mercado laboral. La oferta: todo el mundo que trabaja.
Si las compañías suben los salarios, es decir, están dispuestas a pagar un precio más alto por el trabajo, entonces más gente estará dispuesta a aceptar dichos trabajos. Y al revés: si todo el mundo exige un precio más alto, o sea un salario más alto, entonces las compañías no van a contratar a tanta gente. Hay un mercado inmobiliario donde la oferta son las casas y los pisos que alguien quiere vender o alquilar... y la demanda es todo aquel que quiera trasladarse a ellos y tener un lugar donde vivir. Los diferentes mercados funcionan de manera distinta.
Este modelo de oferta y demanda es la base de todos los mercados, pero no es la perspectiva completa. Fijémonos, por ejemplo, en las tartas. Está bien comer tarta si te lo puedes permitir, pero sin ella también te las arreglas perfectamente. Sin embargo, el trabajo y una vivienda son cosas que todo el mundo necesita. Así que esos mercados son algo en los que la mayoría de los países deciden influir mediante decisiones políticas y leyes.
No es muy común ver un debate político o una nueva ley sobre la regulación de tartas.